Cuando lees estos hermosos testimonios de un trabajo realizado para trasformar vidas, te das cuenta de que Dios es el guía de todo lo que hacemos:
Testimonio:
"Cuando empiezo a hacer memoria de este viaje, recuerdo que el 18 de enero de este año, cuando oraba en medio de la angustia y desespero por la situación económica tan complicada y agobiante por la que estaba atravesando, le pedía a Dios que me diera una buena noticia ese día. Pasó todo el día y aunque no tenía ánimos, fui en la noche a escuchar tu testimonio de vida sin saber de qué se trataba. Recuerdo tanto que antes de que pronunciaras “ley de insolvencia”, una sensación de alivio recorrió mi cuerpo y entonces supe que esa era la buena noticia que el Señor me tenía reservada. No puedo decir que los problemas se esfumaron de la noche a la mañana, pero tus palabras o eslogan de batalla “todo va a estar bien”, siempre me llegaron en el momento oportuno, como un bálsamo de tranquilidad. Tus instrucciones o consejos para empezar este proceso también fueron muy efectivos. Y es que cuando se trabaja de la mano de Dios, sólo cosas buenas pueden suceder. Sabes establecer cuando una persona tiene la intención de pagar (que con las condiciones que a veces ponen los bancos, es imposible) y cuando no. Estos últimos, el Señor se encarga de alejarlos de ti. Porque este proceso no se trata de incentivar una cultura de no pago como erróneamente algunos quieren hacerlo ver, sino de pagar de acuerdo a las capacidades que se tienen. Recuerdo cuando nos sentamos a ver mis obligaciones y mis posibilidades con la capacidad de pago actual, resultando en que sí era viable honrar esas obligaciones, pero con unas condiciones muy diferentes e incluso reconociendo interés a los acreedores. Yo invito a aquel que está leyendo este testimonio y que se encuentre en una situación similar a la mía, que tiene la intención de pagar, pero no puede hacerlo en las condiciones que le imponen, que existe esta Ley, que le puede devolver la tranquilidad que se necesita especialmente en momentos difíciles. ¡Infinitas gracias a ti Adriana y a tus colaboradores por la dedicación y amor que me mostraron en este proceso! Y de definitivamente: TODO VA A ESTAR.
Por primera vez en la vida me sentí responsable de mí, nadie hará este trabajo por mí, nadie sabe por lo que pase, las noches de desvelo total, llanto, sufrimiento, miedo, ni mi mama ni mi familia ni amigos saben aún de esto, pero me llena de orgullo saber que dentro de poco seré la persona que siempre quise ser, una persona feliz y tranquila, amorosa y servicial”.